Ciudad Victoria, Tamaulipas. Ayer Ciudad Victoria le dio posada a miles de viajeros. Si el viento les fue generoso, recorrieron más de 160 kilómetros durante el día. Se merecen el descanso.
He aquí un insecto digno de cada gramo de su estatus legendario. Protagonizan uno de los fenómenos naturales más fascinantes de todo el planeta mientras bajan 4,500 kilómetros desde Estados Unidos y Canadá hasta Michoacán. Las mariposas que vemos pasarán el invierno en México y emprenderán su regreso entre febrero y marzo, pero nunca llegarán de vuelta al norte. Ni siquiera sus hijas lo harán.
Resulta que a diferencia de las aves, el viaje redondo de las monarcas involucra varias generaciones en un solo año. Cada una de ellas vive sólo un par de semanas – excepto la última de cada ciclo, que vive hasta 9 meses. Ellas pertenecen a la bien llamada -supergeneración-, las que cubren todo el trayecto hacia el sur: son más grandes, más fuertes, y logran multiplicar su expectativa de vida manteniendo apagado el switch de capacidad reproductiva, que es básicamente como activar el modo “ahorro de energía” en el teléfono. Lo desactivan tras levantar ancla en primavera, cuando las ancianas llegan a la región que cubre a Texas y depositan sus huevecillos antes de morir, pasando la antorcha del viaje a las siguientes 2-4 generaciones. Esto significa que cada una llega al sitio de donde partieron sus bisabuelos sin jamás haber estado ahí. Algunas llegan exactamente al mismo -árbol- que sus ancestros. Mientras encuentre una inagotable fuente de maravilla en el hecho de que una serie de instintos con este potencial puedan portarse en el código genético de un insecto y manifestarse en un cerebro del tamaño de una cabeza de alfiler, sé que estoy vivo.
Danaus plexippus plexippus en Victoria, Tamaulipas.
(Tomado de la cuenta de Facebook Mariposa Monarca UAT)





