Crisis del agua, crisis política
Reynosa, Tamaulipas. Como ocurrió en su momento con la tromba del 27 de marzo, como pasó con aquel episodio del Quijote: “Ladran los perros, Sancho, señal de que vamos avanzando” y de otras muchas situaciones que terminaron por politizarse, la crisis del agua amenaza con convertirse en una nueva arma contra la autoridad constitucionalmente establecida.
En las redes sociales ya están llamando nuevamente a los diputados para que actúen en contra de quien “quiere quitarle el agua a las familias de Reynosa”.
No piensan que la crisis que atravesamos no tiene nada que ver con la política, sino con el clima, con La Naturaleza.
Difícil de entender que si no llueve, el ciclo del agua se interrumpe y el abastecimiento del líquido se dificulta.
Si no hay agua en las presas, ningún gobierno puede garantizar el envío a las casas. Si no hay nada que potabilizar, tampoco habrá nada que distribuir.
La presa internacional Falcón, subsidiaria del río Bravo, que es de donde toman agua las plantas potabilizadoras de Reynosa, está en su nivel mínimo histórico, pero además, de lo que tiene, la mayor parte es de Estados Unidos y solo un poco es propiedad de México.
Ese raquítico volumen es insuficiente para atender la demanda de más de cinco millones de personas que viven en comunidades río abajo, desde Nueva Ciudad Guerrero, hasta Matamoros y desde Falcon City hasta Brownsville.
Por tal motivo, cada gobierno local debe establecer una serie de medidas que pueden ser dolorosas, pero necesarias: El tandeo o recorte programado del servicio, campañas para concientizar sobre el cuidado del agua, multas a quienes desperdicien el líquido, corte a los morosos que no aportan para financiar los procesos de potabilización y distribución.
Pero todo eso no importa. Politizar el asunto sí, porque es un pretexto para seguir generando inestabilidad social.
Los diputados tienen ya varios meses de haber moderado sus ataques al Gobierno Municipal y se han concentrado más en desahogar los temas legislativos.
Son los grupos políticos opositores los que insisten en catalizar la inconformidad ciudadana frente a situaciones fuera de control, como el clima.