EDITORIAL
Reynosa, Tamaulipas. Algo anda mal en la cabeza de los cantantes del llamado “regional mexicano” que confunden lo que es un corrido común y corriente con lo que se conoce como narcocorrido, corrido tumbado o corrido belicón.
Nadie ha hablado, ni siquiera se ha insinuado que los corridos deban prohibirse. Lo que se ha dicho es que los narcocorridos deben acabarse.
“Prohíben los corridos, dicen que hacen daño, pero el pueblo sigue pobre y el crimen sigue en el barrio”-cantan Peso Pluma y Natanael Cano, dos de los principales exponentes de música que hacen apología de delito y de la misoginia.
Si querían hacer una defensa de su género musical, debieron cantar: “Prohíben los NARCOCORRIDOS, dicen que hacen daño, pero el pueblo sigue pobre y el crimen sigue en el barrio”, y todo el sentido de la frase cambia.
Aparte de los propios miembros de la delincuencia organizada, solo personas que admiran o que de algún modo participan de actividades ilícitas están a favor de los narcocorridos y todo lo que lleva el prefijo “narco”, como narcocultura, narcotráfico, etcétera, etcétera.
El Gobierno de México es muy tibio con ese tipo de manifestaciones “artísticas”. Los compositores e intérpretes aseguran que se les está atacando en su derecho a la libertad de expresión, pero hay una delgada línea entre libertad y libertinaje.
Recién el Gobierno de los Estados Unidos tomó el toro por los cuernos y puso en lista negra a populares cantantes mexicanos que hacen apología de delito, quitándoles o negándoles la visa de trabajo, tales como: Julión Álvarez, Los Alegres del Barranco, Oscar Maydon y Eduin Caz )vocalista del grupo Firme),
Otros que están en la lista son Peso Pluma, Natanael Cano, Junior H, Luis R. Conríquez, el resto de los integrantes del grupo Firme, La Barranqueña de Mazatlán y Grupo Arriesgado-según información que maneja el portal msn.com.
“No es culpa del que canta, es culpa del gobierno que negocia con el diablo y se lava en el infierno”-prosigue la polémica canción-protesta de los apologistas.
¿Sabrán algo que el resto de los mexicanos no sabemos?
A estas alturas se debe reglamentar el contenido de las canciones, tomando en cuenta el impacto tan importante que estas llegan a tener en el inconsciente de la población y que es de esta manera como la subcultura del narco ha logrado permear en todos los estratos socioeconómicos.
O por lo menos obligar a los cantantes a que tomen un curso intensivo de derechos humanos, de psicología y de publicidad subliminal para que se den cuenta de esa influencia nociva.
Porque hasta donde se puede discernir, ese selecto grupo de cantantes de narcocorridos, corridos tumbados y corridos belicones están completamente ajenos al daño que provocan en la sociedad. Ellos creen que su música solo divierte a la gente, pero sus efectos son mucho más profundos: La normalización de la criminalidad, de los asesinatos, del tráfico de drogas, del uso de armas, del dinero mal habido y de describir a la mujer como simples objetos sexuales, así como la glorificación de los jefes criminales como un modelo a seguir.
¿Quién quiere que siga esto?