Al Vuelo-Tláloc

Al Vuelo-Tláloc

Por Pegaso

Tláloc sigue haciendo travesuras, pero a veces se pasa de lanza, como en esta ocasión ocurrió en Tuxpan y zona de la huasteca, donde provocó el desbordamiento del río Cazones y daños considerables a viviendas, vehículos y personas.
Recordemos que anduvo por aquí los días 27 y 28 de marzo de este año, situación que todavía recordamos los habitantes de esta tranquila ciudad de Reynosa. (Se asoma Igor, el de Los Mascabrothers y dice: “¡’anquila mis h’evos!”
Tláloc, el dios de la lluvia en la cosmogonía mexica, era uno de los más venerados.
Mientras Tláloc era el responsable de las lluvias y las tormentas, su esposa, la diosa Chalchiuhtlicue, era la que controlaba los ríos y lagos, así que los dos tuvieron algo de culpa por las inundaciones de este día en Veracruz, sur de Tamaulipas y parte de San Luis Potosí.
Fue una de las deidades más importantes en el altiplano de México y tal vez una de las más antiguas, ya que se le representaba desde la época teotihuacana y se manifestaba con atributos característicos, según la Wikipedia:
-Anteojeras formadas por unas serpientes que se entrelazaban y cuyos colmillos acaban siendo las fauces del dios.
-Una especie de bigotera que no era otra cosa que su labio superior.
-La cara estaba casi siempre pintada de color negro o azul, más veces de color verde, para imitar los visos que hace el agua.
-En la mano llevaba una especie de estandarte de oro largo y con forma de culebra, terminado en punta aguda, para representar los relámpagos y truenos que acompañan a veces al agua de lluvia.
-En los dibujos de los códices puede verse que sus vestidos tienen pintados unas manchas que son el símbolo de las gotas de agua.
Eso es para conocer mejor al tremendo Tláloc, ya que cuando llueve mucho y hay inundaciones, los mexicanos acostumbramos responsabilizar a ese dios por los estropicios causados.
Pero ya en la realidad, son terribles los efectos de los fenómenos tropicales que azotan el territorio mexicano desde prácticamente el mes de junio hasta noviembre.
Lo que ocurrió al impactar la Tormenta Tropical “Karen” en el norte de Veracruz parece una gran catástrofe, porque las imágenes nos muestran desbordamiento de ríos, casas derruidas, vehículos arrastrados y personas aisladas pidiendo auxilio, pero la situación empeora por diez cuando lo que pega es un huracán de categoría cuatro o cinco.
En esta región del norte de Tamaulipas se recuerdan algunos de estos fenómenos, como el Behullah, en 1967 y el Gilberto, en 1988.
Para fortuna de nosotros, los habitantes de esta tranquila ciudad de Reynosa (se vuelve a asomar Igor y grita: “¡Olofoxxxx!”) no hemos recibido el golpe directo de uno de esos monstruos.
Si con una lluvia puntual como la del 27 de marzo ya nos andábamos ahogando, ¡qué nos espera con un huracán de categoría mayor!
La necesidad de la gente y la desvergüenza de los vivales ha provocado durante muchos, muchos años, que se formen colonias en sitios bajos o en los cauces naturales.
Esos asentamientos son los que resultan más afectados cuando hay lluvias intensas, porque es ahí donde se acumula el exceso de agua.
No hay que echarle la culpa a Tláloc, sino a la tradicional falta de planeación y a los que se han enriquecido con el sufrimiento ajeno.
Basta por hoy. Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: “Ocurren precipitaciones pluviales en suelo humidificado”. (Nos está lloviendo sobre mojado).

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