Por Pegaso
Cuando éramos jovenazos, una de las formas de dirimir alguna controversia entre dos chavos era aventarse un tirito.
Lo tradicional era llegar hasta donde estaba uno de los dos contendientes desprevenido, mojarse los dedos índice y pulgar con saliva y untárselos en la oreja. De esa manera se sellaba el tirito entre ambos y comenzaba una trifulca que generalmente terminaba en el suelo.
Perdìa, por supuesto, quien no se podía levantar y recibía mayor cantidad de patadas en el tórax, piernas, brazos y cabeza.
Por regla general, antes de trenzarse a golpes eran los grandes amigos. Pero de pronto, entraba la discordia, ya sea por una chica o por un chisme, provocando una reacción tan visceral que a partir de aquel momento serán enemigos jurados para toda la vida.
Bueno. Lo mismo pasa entre el orate presidente gringo, El Trompas, considerado el hombre más poderoso políticamente y su, hasta hace poco, cuatacho del alma, Elon Musk, el sujeto más rico del mundo.
Todo empezó desde que se hizo viral un video donde el engendro de Musk en plena Oficina Oval de la Casa Blanca, le dijo a El Trompas que él no era el presidente y que se fuera a echar pulgas a otro lado.
El vivillo Elon, siendo el principal asesor económico del nazi, empezó a meter comentarios molestos en su cuenta de X, de la cual es el dueño.
Se dice que se mete drogas hasta por las orejas, además de que pretendió que todos los empleados del gobierno gringo cambiaran sus automóviles por otros de la marca Tesla, de su propiedad.
¿Qué resulta entre el choque de un objeto imparable y uno inamovible? Dicen por ahí que el resultado es algo indescriptible.
Pues bien, los gigantescos egos de los dos personajes chocaron y los efectos de esa coalición empiezan a tener resultados imprevistos.
Hasta hace unas pocas semanas se veía a El Trompas como la persona que podría calmar el furor de su amigo Putín para que no aventara bombas atómicas a Ucrania.
Ahora, se le toma como un bufón, una burla. Simplemente, lo que siempre ha sido.
Como dicen en mi racho, “ya enseñó el cobre”.
Por otro lado, Elon Musk no canta mal las rancheras y pensó que por haber puesto la mayor cantidad de lana para la campaña de El Trompas, en realidad la Presidencia de Gringolandia era de su propiedad.
Tal vez por eso su pequeñín “Mini mi” le dijo al oído a El Trompas que se fuera porque él no es el Presidente.
Yo no sé qué vaya a pasar, pero no me voy a perder ni un episodio de esa churronovela que podría superar en audiencia a “Los Ricos También Lloran” (“Los Ricos También Lloran, por su título original. Transmitida por televisión en 1979. Director: Rafael Banquells. Protagonistas: Verónica Castro, Rogelio Guerra, Augusto Benedico, Alicia Rodríguez, Rocío Banquells y Yolanda Mérida).
El culebrón va para largo y no se vale perdérselo. El tirito entre ambos, siendo uno el hombre más poderoso del mundo políticamente y el otro, económicamente, está de antología.
Si gana El Trompas, Musk perderá gran parte de su fortuna y su lugar como uno de los hombres más influyentes del planeta. Y si Musk gana, El Trompas podría abandonar la Presidencia de Gringolandia, porque hay que recordar que es un delincuente con procesos pendientes, pero que siguen ahí esperando que termine su mandato para fincarle una bien merecida condena.
Por lo pronto, vámonos con el refrán estilo Pegaso que dice así: “Igualmente malévolo el moteado como el bermejo”. (Tan malo el pinto como el colorao).