Por Pegaso
Melania es la primera mojada en llegar a ser Primera Dama de Gringolandia. Sí. La esposa del primer Presidente delincuente en la historia de ese país. Dos récords difíciles de igualar.
Porque “mojado” se le dice tradicionalmente al mexicano o migrante latinoamericano que pasa hacia territorio norteamericano de manera ilegal, cruzando el río Bravo a nado.
No se aplica para los que llegan por barco de países europeos o asiáticos, porque técnicamente no han tenido que nadar, pero de igual manera, la palabra describe su condición de indocumentados.
Hace unos días estalló una bomba en la Casa Blanca, sede de los poderes federales de ese país. Un majadero e irreverente reportero le preguntó a El Trompas sobre su agresiva política migratoria, con la cual quiere echar a patadas a todos los que no nacieron en Estados Unidos o son hijos de migrantes extranjeros.
Le dijo más o menos así: “Oiga, don Trompas, si su vieja es hija de migrantes ilegales ¿por qué no empieza por deportarla a ella?”
Eso causó la furia del gandalla mandatario y contestó: “¡No deportaré a mi familia y punto!”
Como era de esperar, todo esto se ha vuelto viral y se ha convertido en el tema de conversación en territorio gringo y en el resto del mundo.
¿Cómo? ¿Haces las leyes y no las aplicas contigo?
Eso es un síntoma de autoritarismo, de tiranía, de dictadura.
Si alguno de mis dos o tres lectores me preguntara cuál es el fondo de todas esas políticas antiinmigrantes, respondería lo siguiente: Se trata de revivir las viejas ansias imperialistas y supremacistas que desde siempre ha albergado ese país.
Los padres fundadores dejaron bien claro que el Destino Manifiesto de Gringolandia es el dominio del mundo. Y prácticamente lo han logrado.
Sin embargo, de pronto se ven invadidos de gente prieta, chaparra, fea y botijona procedente de países del hemisferio sur, algo que no concuerda con ese pensamiento.
Por eso a los migrantes güeritos europeos, de ojo claro, altos y espigados, se les recibe con los brazos abiertos y se les entrega todo con charola de plata, mientras que a los mexicanos y centroamericanos se les recibe con una patada en los glúteos.
Verán. Después de que el Hombre se liberó del llamado Pacto Agrícola, donde los dioses, que eran el centro del Universo prodigaban beneficios a cambio de ser adorados, vino la Revolución Industrial, y con ello, el inicio de nuevas formas de organización social. Se les llamó Humanismo, por estar centradas en el Hombre.
El Humanismo se dividió en tres grandes ramas: El Humanismo Liberal o Capitalismo, el Humanismo Social o Socialismo y el Humanismo Evolutivo, o Nacionalsocialismo, o Nazismo, para sintetizar.
El Capitalismo defiende la libre empresa y la propiedad privada, el socialismo considera el trabajo comunitario como la base de una sociedad justa y el nazismo defiende las ideas de Nietzche, donde una raza superior y más evolucionada está destinada y obligada a tomar las riendas del mundo.
Así pues, la política de El Trompas va encaminada a eso. A revivir el Humanismo Evolutivo, el nazismo. ¡Fuera de Gringolandia todos los feos y chaparros latinos! Solo quedarán los güeros. Será una nación supremacista blanca.
Yo les recomendaría a todos los connacionales que agarren sus tiliches y se regresen a Mexicalpan de las Tunas, a ver qué hacen los pelos de elote solos.
Lo último que se ha sabido es que ahora quieren venir a ocupar nuestro territorio, en un fenómeno conocido como “gentrificación”.
Por ahí se han vuelto populares videos donde los gringos ofenden a mexicanos en su propio terruño y a veces, hasta quieren correrlos.
Los recientes disturbios en la Ciudad de México donde los cansados vecinos rompieron vidrios y protestaron por la creciente gentrificación en las colonias Roma y Condesa, es consecuencia de esa invasión silenciosa.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “¿A qué sitio te encaminas que obtengas plusvalía?” (¿A dónde vas que más valgas?)