Al Vuelo-Karaoke

Al Vuelo-Karaoke


Por Pegaso
Señores compositores de narcocorridos: ¡Ya chole! ¡Párenle a su pedo!
Sus obras sí son apología de delito. Les pagan por alabar a conocidas figuras del narco. No se hagan güeyes.
No se trata de censura, sino de sentido común. Ya dije en colaboraciones anteriores: Entonces, si yo hago una canción de un violador en serie o de un pederasta o de un descuartizador y lo alabo, ¿puedo cantarla en público, grabarla en disco y difundirla en radio o televisión?
¡Es lo mismo, estúpidos! El delito siempre va a ser delito, y si hay alguien que lo halaba, está haciendo apología de él.
Habiendo tantos temas, casi, casi infinitos, ¿por qué componer solo de crimen, violencia y hazañas de siniestros personajes?
Les doy un ejemplo: Cuando en enero de este año una joven doctora protestó frente a la empresa MG, en esta fronteriza ciudad de Reynosa, inmediatamente salió un trovador con “El Corrido de la Camioneta MG”.
Caso similar ocurrió cuando alguien tuvo la idea de hacer una quinceañera de un bache en la colonia Lázaro Cárdenas. Y todos esos corridos se han vuelto virales.
Se pueden hacer canciones de ¡yo qué sé! luchadores sociales, braceros, campesinos, maestros… ¡Me extraña que a estas alturas no haya salido alguien con el “Corrido del papa León XIV”!
No creo que sea cuestión de ingenio hacer canciones que traten sobre cosas diferentes a la violencia y la delincuencia organizada.
No, porque se necesita mucha inventiva para que, al ser prohibidos los narcocorridos, los cantantes que están en la mira de la justicia, como “Los Alegres del Barranco”, Natanael Cano o el grupo “Firme” hayan puesto un karaoke tamaño bestia en el escenario. Ellos ya no cantaron, pero al poner la letra en pantalla, dejaron que fuera el respetable público el que cantara. Por consiguiente, los que estarían incurriendo en apología son los asistentes al concierto, no ellos.
¿No se los dije? Habilidad e imaginación si lo hay.
Yo les pido que todo ese ingenio lo utilicen para cambiar un poquito los temas de sus interpretaciones.
Algo que está bien probado es que cualquier letra, con solo un ritmo sabrosón, puede convertirse en todo un éxito. Ustedes recordarán un bodrio que se llamó “Cacharrón”, que estuvo sonando en la radio por varios meses, allá por el 2010 o 1012 y les dio a ganar mucho dinero a sus intérpretes. Sonaba más o menos así: “Cacharrón, cacharrón, momomomomomomoooooo; cacharrón, cacharrón, momomomomooooo”.
Sigan el ejemplo de “Los Potrillos”, con su singular éxito “La Familia Pompuda”.
Se pueden contar miles de historias sin caer en lo grotesco, en lo vulgar o en lo bizarro, evadiendo temas de violencia que tanto daño han hecho al país.
Ahora que “Los Alegres del Barranco” han optado por poner un karaoke a fin de que sea el público el que caiga en apología del delito y no ellos, algunos legisladores y líderes de opinión salieron a decir que eso es algo peor que simplemente cantar alabanzas a los malos.
Lo último, lo último, es que cada uno de esos cantantes de corridos tumbados y narcocorridos han compuesto temas de protesta inéditos:
Prohíben los corridos, dicen que hacen daño,
pero el pueblo sigue pobre y el crimen en el barrio.
No es culpa del que canta, es culpa del gobierno
que negocia con el diablo y se lava con el infierno.
Recuerda mucho la época de represión de Gustavo Díaz Ordaz, cuando los cantantes de rock utilizaron ese estilo musical como instrumento de protesta y como consecuencia, tenían que cantar en sitios ocultos para evitar la censura.
Pero estamos hablando de algo muy diferente. Una cosa es el rock y otra los narcocorridos. El rock exaltaba la libertad de una juventud que estaba descubriendo sus derechos, en tanto que el narcocorrido alaba a quienes matan, desaparecen gente, aterrorizan, envician y envilecen. Casi nada.
Lo dicho. Hay mucho talento, pero sobra socarronería.
Los dejo con el refrán estilo Pegaso que dice: “Observan la borrasca y evitan la genuflexión”. (Ven la tempestad y no se hincan).

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