Por Pegaso
¿Qué en Gringolandia no hay cárteles de la droga?
Entonces, ¿quiénes mueven todos los estupefacientes que consumen los ciudadanos, desde niños de pecho hasta abuelos centenarios?
Es costumbre y es una parte del famosísimo “Estilo de Vida Norteamericano” fumar yerba o inhalar polvo.
He hecho un recuento y el 99.99999999….% de las películas de manufactura gringa incluyen escenas o alusiones al consumo de droga, llámese marihuana, cocaína, heroína o metanfetaminas.
Entonces, ¿cómo le hacen para hacer llegar toda esa porquería hasta los ansiosos consumidores?
Se meten droga los adolescentes que apenas aprendieron a limpiarse el trasero, las jovencitas quinceañeras, las madres gestantes, los ancianos, los deportistas, los gobernadores y los presidentes… Todo mundo lo hace.
Para ello, durante muchas décadas se ha desarrollado un complicado sistema de distribución que incluye una formidable logística.
No lo he inventado yo. Es algo lógico que si de aquí para allá pasan miles de toneladas de estupefacientes, alguien los tiene que recibir y alguien debe distribuirlos.
Recientemente la revista Proceso publicó un video de Jesús Esquivel, su corresponsal en Washington quien escribió un libro llamado “Los Cárteles Gringos”.
De acuerdo con este periodista, un jefe de la DEA de Arizona dio los primeros datos de los cárteles domésticos en el vecino país del norte.
A pesar de todo, su gobierno quiere hacernos creer que todo funciona como un relojito gracias a los distribuidores menudistas.
Esto es sumamente improbable porque la importación debe estar centralizada y después se procede a su dispersión. Y los nódulos centrales son precisamente dichos cárteles.
Gringolandia no reconoce que tiene cárteles, propiamente dichos, porque recordemos que a ese tipo de organizaciones los ha etiquetado como terroristas.
¿Y cómo decirle a su población que hay terroristas cerca de sus casas, en sus vecindarios y ciudades?
Hace un poco más de diez años una amiga de la preparatoria que vive en una ciudad grande de ese país se asombraba de la manera en que actúan las organizaciones criminales de este lado de la frontera, y yo le respondía que allá también las hay, nada más que las controla el propio Gobierno.
“Al rato ustedes van a estar igual”-le dije.
Y puede que así sea ya, en estos momentos, porque allá los periódicos y los noticieros no acostumbran dar este tipo de información. Para ellos es más importante que los bomberos locales rescaten un gato de un árbol que reconocer que tienen un problema de esa naturaleza.
Además, si allá los delincuentes se portan bien y lo hacen todo de manera discreta, no pasa nada. Y cuando llega a ocurrir algún incidente donde se ven involucrados, los abogados que se especializan en su defensa intervienen de manera inmediata para que no se diga ni pío en los medios de comunicación.
El sistema gringo ha funcionado y seguirá funcionando de esa manera.
Mientras que en México la delincuencia organizada se dedica a sembrar el terror y el miedo en la población, en Gringolandia prefieren ser discretos. Les ha funcionado hasta ahora, porque trabajan desde las sombras.
Viene el refrán estilo Pegaso: “¡Abstente de tirar, puesto que me descubres!” (¡No jales, que me descobijas!)
(La viñeta pertenece a una escena de la película “Pulp Fiction”, de Quentin Tarantino, donde Mía Wallace, interpretada por Huma Thurman, inhala una fuerte dosis de cocaína).