Por Pegaso
Hace pocos días se publicó en las redes sociales el caso de una adolescente de 12 años embarazada.
En la fotografía posa junto a su galán, un chamaco de la misma edad, quien no oculta una sonrisa de orgullo y hasta le besa la abultada barriga a su compañerita.
Cabe mencionar que el travieso escuincle es considerado por sus amigos de la escuela y del barrio como un crack, y es felicitado y admirado por otros de su edad al haber logrado tal hazaña.
Pero antes de iniciar hay que poner las cosas en contexto. A mí se me hace que más que un hecho real es un montaje con Inteligencia Artificial para algún propósito.
Pero suponiendo que fuera un caso de la vida real, más que alegría, más que risas y festejos de parte de sus cuates, debería ser motivo de tristeza y preocupación.
A ver. ¿Ya pensó el escuincle cuánto va a costar la manutención de su chistecito?
Para empezar, lo más probable es que la adolescente sea sometida a una operación cesárea, ya que sus conductos no están lo suficientemente maduros para que pueda expulsar el producto. Así que va a tener que vivir el resto de su vida con una fea cicatriz en la panza.
Pero al nacer, la bendición tendrá que tomar leche, y cada lata cuesta las perlas de la virgen, además de pañales, talco, ropa, atención médica y un largo etcétera.
¿De dónde va a sacar el chavo si apenas puede limpiarse el trasero? A menos que sea de una familia adinerada y sus padres se hagan cargo de todos los gastos.
Pero si no es así, la hazaña de Pedrito y Clarita (así vamos a llamar a los prematuros padres) solo será un quebradero de cabeza.
Alguien me responderá por ahí: “Pe-pe-pero Pegaso: La Virgen María solo tenía doce o trece años cuando se embarazó”.
Bueno, sí, respondería yo. Pero San José ya era un adulto y tenía el oficio de carpintero, con el cual pudo mantener y proteger a su familia.
Caso muy diferente es el de estos dos chirigüillos.
Me imagino que, influenciados por todo el contenido basura que se ve en la Internet quisieron saborear las delicias de Himeneo y, fruto de ese momento, le empezó a crecer la barriga a Clarita, pensando tal vez que había comido algo que le estaba causando tremenda indigestión.
Pero para sorpresa de todos en sus casas y en la escuela, el resultado de las pruebas concluyó que ella estaba preñada.
¿Y qué hicieron ellos al saberlo? ¡Pues se tomaron fotos para subirlas a sus cuentas de Facebook para presumir su futura paternidad!
Espero que no cunda el ejemplo y al rato tengamos una epidemia de embarazos infantiles.
Ya ven que el mundo está cada vez más loco. Si no, pregúntenle a los deschavetados que se creen perros, vacas o caballos, o a quienes se visten de mujer, se hacen la operación jarocha e intentan convencernos de que son unas frágiles y candorosas damiselas, o a los loquitos que aún defienden que La Tierra es plana o a los que ven y creen en los programas de Jaime Maussán.
Por el momento, los dejo con el refrán estilo Pegaso: “En todo tiempo existe un estropeado para un desunido”. (Siempre hay un roto para un descosido).