Por Pegaso
No he visto la película Cónclave (Conclave, por su título en inglés. Estrenada en 2024. Director: Edward Berger. Protagonistas: Ralph Fiennes, Jacek Koman, Lucian Msamati, Stanley Tucci y John Lithgow), porque no tengo servicio de streaming, pero sé que mucha gente la ha visto, sobre todo ahora, con la muerte del Papa Pancho I.
Dice una conseja popular: Piensa mal y acertarás. Resulta muy raro que esta megaproducción sobre la muerte de un Papa y toda la tramafacia que está detrás de su sucesión haya salido apenas unos meses antes de que algo similar ocurriera en la vida real.
Se estrenó en Estados Unidos el 25 de octubre de 2024 y en el poco tiempo que ha estado en cartelera ya fue nominada a seis Globos de Oro, incluida la categoría de Mejor Película-Drama, empatando con Wicked con once nominaciones líderes en los 30vos. Critic’s Choice Award, además de recibir el galardón de la mejor película de los Bafta 2025 (Wikipedia dixit).
Ahora estamos viendo en vivo y a todo color lo que es un cónclave de verdad: Un grupo de obispos se encierran en un salón hermético, sin apenas contacto con el exterior, hasta que deciden quién será el nuevo Papa, y es entonces cuando sale humo blanco por una chimenea y se dice la frase: “¡Habemus Papa!”
Cada que ocurre algo como esto, salen a relucir inmediatamente las profecías de San Malaquías y de Nostradamus. El primero de ellos desarrolló buena parte de su obra en describir las características y títulos de los pontífices de la Iglesia Católica. El segundo fue algo más general y pretendió anticipar los hechos por venir, tanto de su época como de lo futuro.
A ninguno le atinaron. Solo hablaban de ambigüedades. Ambigüedades que, por supuesto, pueden ser interpretadas de muchas maneras y embonarlas de tal suerte que parezca que son verdaderas profecías.
Ahora que se ha armado la polémica en torno de la película y la muerte real de un Papa, recuerdo que en cierta ocasión leí un interesantísimo libro titulado: “Los Bufones de Dios”, de Morris West, autor también de “Las Sandalias del Pescador”, “Proteo”, “El Navegante” y “Lázaro”.
Relata las peripecias del ficticio Papa Gregorio XVII, cuyo nombre común era Jean Marie Barette, quien claudicó como Sumo Pontífice bajo presiones del Cardenal Camorlengo y varios obispos que no compartían su forma tan liberal de pensar.
Resulta impactante porque el libro lo escribió West en 1981 y ya presentaba algunos de los elementos que muestra la película “Cónclave”, es decir, una guerra sin cuartel al interior de El Vaticano, intereses inconfesables, asesinos profesionales y el elemento místico, que en el caso de “Los Bufones…” es la Parusía o segunda venida de Cristo.
Al final, si no mal recuerdo, Jean Marie Barette, el ex papa Gregorio XVII se encuentra con el mismísimo Chucho, en persona -que en esta historia se presenta como “El señor Atha”- y entonces, le pregunta por qué de la maldad, por qué permitir el sufrimiento y una bola de cuestiones morales que no tienen nada que ver con la divinidad.
Al final, El señor Atha decide concederle a la Humanidad algo más de tiempo, no mucho, pero sí con la esperanza de que lo podríamos aprovechar mejor.
Algo que está de moda, gracias a las profecías de San Malaquías, es que el siguiente será un Papa negro.
Hay por lo menos dos de ascendencia africana en la lista de papables.
Me preguntaba alguien ayer si la profecía se cumplirá, ya que uno de ellos es mencionado como el más viable para suceder a Francisco I.
Mi respuesta: “Bueno. Si el siguiente es un Papa negro, se comprobará que existen intereses políticos y económicos muy pesados que buscan hacer cumplir las profecías, con el afán de mantener a la gente asustada y manipulable”.
Si eso ocurre, no habrá otra plática en el mundo durante mucho tiempo que la certeza de las profecías y cómo eso demuestra la existencia de fuerzas extraterrenas que gobiernan nuestros actos y están listas a castigarnos si nos portamos mal o a premiarnos con vida eterna en el Paraíso, si observamos todos los mandamientos.
A mí me gusta pensar que todas esas cosas obedecen a mezquinos intereses más que a intervenciones divinas, lo cual requeriría muchas más explicaciones que pensar en un grupo de ricachones jugando al ajedrez con la Geopolítica e intentando imponernos un nuevo orden mundial.
Y el refrán estilo Pegaso dice así: “Al órgano de la visión del poseedor se torna adiposo el cuadrúpedo equino”. (Al ojo del amo engorda el caballo).

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