Por Pegaso
Los seres humanos somos aspiracionistas por naturaleza.
Olvídese de aquel burdo intento del expejidente ALMO para que dejáramos a un lado la esperanza de una mejor vida para nosotros y los nuestros, conformándonos con un par de zapatos, unos pantalones y unos choninos rotos.
Todo viene de muy atrás, cuando el Hombre se dio cuenta que era impotente para controlar los fenómenos naturales.
Fue entonces que empezó a crear mitos, con criaturas fabulosas, personajes valientes y dioses poderosos.
En la antigua Judea, hoy Israel, había una tradición que anticipaba la llegada de un mesías guerrero, un mesías que encabezaría al ejército judío para que conquistara los pueblos que vivían a su alrededor.
Ellos mismos tenían una historia muy prolongada de opresión, primero con los egipcios, luego con los babilonios y posteriormente, con los romanos.
Bajo la dominación romana nació un hombre llamado Jesús de Nazareth, a quien se identificó como ese mesías salvador.
Pero he aquí que en lugar de llegar un guerrero, llegó un pacifista. Por ese motivo los judíos lo rechazaron y hasta lo mandaron crucificar.
El aspiracionismo que la Humanidad ha cohijado durante los siglos posteriores llegó a su cumbre a finales del Siglo XIX, con la obra de Federico Nietsche.
“Dios ha muerto”-decía el célebre filósofo alemán, quien afirmaba que había llegado el tiempo del Superhombre.
Por eso, los nazis tomaron como bandera las ideas nietscheanas y se lanzaron a cazar a todo aquel que era identificado como miembro de una raza inferior, judíos incluidos, porque pensaban que la raza aria estaba destinada a gobernar el mundo.
Idea que después fue retomadas por los gringos para crear su “Destino Manifiesto”, que los señalaba como el pueblo predeterminado para encabezar el nuevo orden mundial.
Fue a finales de los años 30’s cuando dos judíos que habían huido del holocausto nazi hacia los Estados Unidos, Jerry Siegel y Joe Shuster crearon un personaje que, inconscientemente, relacionaron con Cristo.
Era el guerrero poderoso, el superhombre con el que habían soñado los israelitas durante muchos siglos. Las balas le rebotaban, era más rápido que un avión, más noble que una lechu…, perdón, ese es el Chapulín Colorado. Pero además, luchaba por la justicia.
Su origen, con algunos cambios, es muy similar al de un personaje bíblico llamado Moisés. A ambos sus padres tuvieron que enviarlos en una nave/cesta por el espacio/río, hasta ser encontrado por alguien que los adoptó.
En una escena de la primera película de Supermán, con Christoper Reeves, se escucha a Jor El, papá de Kal El cuando le dice: “Tú eres mi hijo unigénito”, y después le da una serie de instrucciones en forma de cristales que son como una biblia.
En México también somos aspiracionistas.
Fue en 1963 cuando Modesto Vázquez creó a Kalimán, el Hombre Increíble. Como Moisés y como Supermán, Kalimán fue abandonado en una cesta en un río y recogido por la servidumbre del rey de Kalimantán. Ahí creció, luego fue enviado a un monasterio de monjes lamas y obtuvo sus poderes mentales y gran fuerza física.
Supermán. Kalimán. La aspiración del Ser Humano por alcanzar poderes inimaginables, aunque solo sea en su fantasiosa mente.
Por cierto, veía en Internet un video donde alguien asegura que los dioses de la antigüedad han muerto y que los pueblos actuales ya no han creado más deidades.
Y yo pregunto, ¿entonces qué son toda la ristra de superhéroes y villanos que nos inundan con películas, series y dibujos animados?
Thor, el personaje que interpreta Chris Hemsworth en las películas de “Los Vengadores”, está inspirado en el dios nórdico homónimo.
Además, Hollywood ha rescatado muchos otros personajes de las distintas mitologías, especialmente la griega, la latina y la judía, para otorgar superpoderes a sus personajes, pero también hay muchos otros nuevos, como Los Cuatro Fantásticos, Hulk, El Hombre Araña, Ironman, El Capitán América y Batman, por citar algunos cuantos. Esa es la nueva religión. Ese es el nuevo panteón (de las raíces griegas pan=todo y teos=dioses).
Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso, cortesía de Kalimán: “Es inexistente fuerza más imbatible que la psique del Homo sapiens, y quien mantiene el control de la psique consigue el dominio total”. (No hay fuerrrza más poderrrosa que la mente humana, y quien domina la mente lo domina todo).