Por Pegaso
“¡Ya me asesoré!”
Es la frase de moda entre los ladrones de casas.
Llegas a un inmueble deshabitado, rompes las cerraduras, pones otras nuevas, te instalas y ¡zas! ya tienes casa nueva.
Si de casualidad llega el dueño, mándalo por un tubo. Dile que ya te asesoraste y que esa casa ya no le pertenece, que se vaya a echar pulgas a otra parte.
Eso, más o menos, es el deporte de moda en México.
Destapado por el caso de doña Carlota, “la abuelita sicaria”, el tema resulta ser mucho más común de lo que se pueda pensar.
Es el fruto de una idea que el otro abuelito sicario, don ALMO, dejó bien metida en la mente de millones de mexicanos que no cuentan con vivienda propia: Me puedo meter a la casa de fulano porque yo la necesito más que él, y el Gobierno me protege.
¡Toma, chango, tu banana!
Cuando a Stardlord y a Rocket, héroes de la película “Los Guardianes de la Galaxia” (Estrenada en 2014. Director; James Gunn. Protagonistas: Chris Pratt, Zoe Saldana, Dave Bautista, Bradley Cooper, Vin Diesel y Lee Pace), el gobernante de un planeta les ofrece redención a cambio de que ya no sigan con sus malas mañas, el simpático mapache parlanchín le pregunta: “¿Y si quiero una cosa?”
-No puedes tenerla, porque pertenece a otra persona-le contesta el mandatario.
-Pero, ¿y si yo la deseo más que él?-replica el cuadrúpedo.
México está en transición al socialismo y este es uno de sus síntomas.
Pronto, en lugar de tener el nombre oficial de Estados Unidos Mexicanos, pasaremos a ser República Mexicana y finalmente, República Socialista Mexicana. Si no, p’al baile vamos.
Una república o país socialista implica muchas cosas. Primero, ya no habrá entidades federativas, sino provincias, porque todo el gobierno estará centralizado en un único ente: El Presidente (valga la rebuznancia).
Segundo: Nadie será dueño de nada. Las viviendas, los vehículos, los medios de comunicación, todo lo esencial, pasará a control del Estado.
En Cuba, un país socialista, empobrecido por el boicot comercial de Estados Unidos (nunca comprendí por qué no comercian con el resto del mundo), cada persona tiene una ración de alimentos mensual, no puede protestar contra el Gobierno, tiene que cumplir con su jornal de trabajo, no tienen vacaciones ni tampoco ahorros.
La dieta consiste básicamente en cereales. La carne de res es un superlujo que solo se dan los gobernantes revolucionarios. Si alguien quiere comer pescado, tiene que ir a un lugar muy apartado del mar y cuidarse que no lo sorprenda la policía, porque si eso ocurre, puede ser castigado severamente.
En un país socialista, el Estado se encarga de la educación, que casi siempre es más un adoctrinamiento y culto a la personalidad del líder, como en Corea del Norte y de la salud pública.
La vivienda es asignada a los trabajadores y no pagan renta, pero las libertades están sumamente restringidas.
Hay una cubana influencer que decidió venirse a vivir a México. Publica videos donde “descubre” la cantidad tan grande de alimentos y de cosas que aquí son algo cotidiano pero que en su país no existen o son verdaderos lujos.
Volvamos a nuestro país. Resulta una mala señal el hecho de que desde el Gobierno se esté alentando a la población a invadir casas con el pretexto de que pueden pasar a ser de su propiedad si las ha habitado en 10 años.
En un estado de derecho eso no es posible, pero sí que lo es en un estado socialista, y lo que está ocurriendo en muchas partes del país con los ladrones de casas es apenas un atisbo de lo que puede ser la República Socialista Mexicana, en un breve plazo.
Hay un instrumento legal que se llama Juicio de Usucapión que permite adquirir una propiedad mediante posesión continua, pacífica, pública y por un tiempo determinado, conocido también como prescripción adquisitiva.
Pero no se trata de que a los diez años la casa ya es mía, porque entonces la ley permitiría producir un daño pecuniario a un tercero sin motivo alguno.
Eso solo puede ocurrir en un estado socialista.
Lo que realmente ocurre con el citado juicio es que, a final de cuentas, si alguien quiere una casa, debe pagar por ella y punto. No hay otra manera.
Recuerdo una anécdota que más o menos dice así: Llega un labriego a una casa, donde lo recibe el dueño.
-Vengo por uno de sus burros, porque usted tiene dos y yo no tengo nada. El Gobierno dice que la riqueza se reparte, así que deme mi burro.
Contrito, el hombre tiene que entregarle el burro y el otro se va muy contento.
Todo eso lo observaba su esposa.
-¿Por qué aceptaste que se llevara un burro?-lo increpa.
-Pues porque el gobierno dice que tenemos que repartir la riqueza.
-Bueno-le responde la mujer. El mismo que vino por el burro tiene dos vacas. Anda, ve y pídele una con el mismo argumento.
Alegre, va hasta donde vive el de las vacas y le dice:
-Vengo por una de sus vacas. Usted tiene dos, yo ninguna. El gobierno dice que la riqueza se debe repartir, así que me voy a llevar una de las dos.
-Un momento-le contesta el otro. Esto solo funciona con los burros. ¡Plop!
Y sí, un sistema socialista solo funciona con los burros.
Por eso los dejo con el refrán estilo Pegaso: “Quien existe para ser platillo a base de masa de maíz hervida y envuelta, relleno con un guiso, del firmamento se le precipitan las fascias”. (El que nace pa’ tamal del cielo le caen las hojas).