AL VUELO-Reyezuelos

AL VUELO-Reyezuelos

Por Pegaso

En España ya empezaron. Cada vez es mayor el grupo de plebeyos que intentan sacudirse la figura del Rey (con mayúscula, porque se refiere a un título).
Las manifestaciones antimonárquicas han ido de menos a más y pienso que en algunos años será tan fuerte que los reyezuelos tendrán que dimitir sí o sí, para sustituir a la actual democracia disfrazada por una verdadera, donde las mayorías tengan el poder de decisión.
Claro está que en nuestros tiempos los reyes y reinas de países occidentales solo son adornos, payasos que sirven para divertir a la gente, para salir en revistas del corazón y para ser modelos de ropa, zapatos y accesorios.
En Oriente Medio, en Asia y en África, no obstante, todavía son señores de orca y cuchillo. Lo que dice El Rey, lo que quiere La Reyna, es ley y se tiene que acatar, aun así sea la vida de una persona o sus propiedades.
Esas monarquías son similares a las de la Europa de los Siglos XVIII para atrás. Todo mundo debía rendirle tributo al soberano y si no, pagaba las consecuencias. Si un súbdito se iba a casar con una grácil doncella, el rey tenía el derecho de pernada, lo que significaba que podía pasar por las armas a la novia antes de que la tocara el novio. Por supuesto, si era más fea que la Gilbertona, decía: “Yo paso”, y la candidata a ser desposada se quedaba con las ganas de probar una de sangre azul.
Pero no paraban ahí las vilezas de los monarcas. En la novela de “El Cid” (“El Cantar del Mio Cid”, por su título original) el rey Sancho IV de Castilla manda a su campeón a pelear una batalla de la cual sabe que no ha de regresar, todo por quitárselo de encima. Sin embargo, “El Cid” regresa convertido en todo un héroe.
Los reyes, emires y jeques árabes son de los tipos más ricos del planeta, por la gran cantidad de petróleo que hay en sus tierras o por todo el dinero que se mueve en puntos de intenso tráfico, como Dubai y Abu Dabi.
Qué bueno que los españoles hayan despertado y ahora estén tratando de sacudirse esas lacras.
Cuando El Rey de España viene a México, se le da un trato propio de la realeza, cuando la Constitución dice que en México no valen los títulos nobiliarios, de lo contrario, tendríamos como gobernantes al tatara-tatara-tataranieto de Cuauhtémoc, de Cuitláhuac, de Moctezuma Xocoyotzin o de Netzaualcóyotl.
Hay quienes dicen que en los países occidentales donde aún hay reyes, como Inglaterra, España, Portugal, Suecia y Mónaco, el título nobiliario solamente es nominal, pero hay que recordar que durante siglos, sus ancestros mataban, traicionaban, degollaban, decapitaban, robaban y hacían mil y una barbaridades bajo el argumento de que habían sido nombrados por Dios para gobernar, y en eso, la Iglesia Católica fue cómplice.
No me cabe duda que todo ha cambiado mucho, pero muy, muy en el fondo, esos figurines de la realeza desearían que todo volviera a ser como antes.
Si yo en algún momento me encontrara frente a frente con el pinche rey Felipe, con su vieja Letizia y las princesas Leonor y Sofía los agarraba a patadas en las donas.
Viendo un video donde anda la “familia real” en Palma de Mayorca, la plebeya reportera del canal de televisión Hola TV se puso a decir: “No obstante, la familia real ha sido generosa con todos los seguidores de la realeza pues tras su cena, junto a Doña Sofía y la princesa Irene también fuimos testigos de una fabulosa noche de chicas donde La Reina parecía más una hermana de sus hijas que su madre, causando especial sensación con ese raro vistazo que nos ofreció con sus muy tonificadas piernas”.
¡Que, que, quéeeee! ¡Habráse visto semejante boludez! ¿Qué no sabes, ¡oh! reportera, cómo se la gastaban esos infelices? ¿Y que posiblemente algún tatarabuelo tuyo murió ejecutado al no querer entregar sus tierras o resistirse a ir a la guerra para defender al monarca?
No te digo más, porque luego me van a vetar en Hola TV.
Pero sí te dedico el refrán estilo Pegaso: “Individuo que viene al mundo para platillo típico a base de masa de maíz hervida con un guiso como relleno, del firmamento le advienen los folios”. (El que nace pa’ tamal, del cielo le caen las hojas).

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