AL VUELO-Sicariato

AL VUELO-Sicariato

Por Pegaso

Viendo que transcurre el día y no hay nadie que quiera celebrarnos el Día de la Libertad de Expresión, me pongo a pensar que desde hace tiempo los que nos dedicamos a la noble tarea de comunicar ya somos considerados obsoletos en el ámbito de la vida política, social, cultural, deportiva, económica e intelectual del país.
Antes, cuando se acercaba el 7 de julio, había un gran entusiasmo entre los picateclas y locutores, porque sobraba quién nos invitara a un alegre convivio, se servían opíparas viandas, refrescantes bebidas, música de fondo y hasta rifas de regalos.
Tiempos que se han ido.
A estas alturas estoy cierto que ya existen otros gremios que han ganado un lugar preponderante, como el sicariato.
Por consiguiente, yo propongo que se elimine del calendario la celebración del Día de la Libertad de Expresión y en su lugar quede el Día del Sicario.
Ya lo dijo nuestro bien amado y nunca bien recordado ex pejidente de la República, el Cabecita de Algodón, conocido también como #YSQ y “El Rorro de Macuspana”: Ellos también son seres humanos y hay que cuidar su vida.
En sintonía con esa humanitaria filosofía de vida, también poseen el derecho a tener un día dedicado a su heroica profesión.
Sí. Porque el sicario no solo aporta una imagen fuerte, gallarda y romántica de lo que es el mexicano, sino que también contribuye de manera importante al Producto Interno Bruto (PIB) del país.
Tómese en cuenta la utilidad que genera su mercancía en el extranjero: Miles y miles de millones de dólares que ingresan como divisas y que en su vida diaria gastan a manos llenas en vehículos, joyas, incrustaciones de diamantes en los dientes, forros de oro de las culatas de sus armas, ropa elegante, joyas exclusivas y una o más buchonas que requieren costosas cirugías de nalga y chichis.
Toda esa derrama económica fortalece la economía nacional.
Visto de esa manera, las aportaciones que hacen a la nación tienen tanta importancia o más que las exportaciones de la industria nacional y muchísimo más que las remesas que envían los mexicanos que viven en Estados Unidos.
Ahora entiendo por qué el Cabecita de Algodón los quiere tanto.
Y si a eso vamos, no hay que olvidar que comunidades enteras viven gracias a la generosidad del sicariato. Se construyen escuelas, carreteras y hasta templos. En especial, los párrocos de las iglesias pueblerinas pueden dar buen testimonio de su desprendimiento.
Pero además, hay otro ángulo que pocos hemos visto y que también merece un reconocimiento pleno: Gracias a su actividad, miles de policías y soldados tienen empleo y pueden llevar el sustento a sus familias.
El sicariato, hay que reconocerlo, no es algo inventado en México, ni tampoco en la época actual.
Viene de tiempos muy remotos, cuando los primeros seres humanos decidieron hacerse gregarios y entonces, no faltó un avispado que convenció a otros: “Si nosotros unirnos ser más fuertes y poder tomar lo que querer”. Y así empezó todo. Con el paso del tiempo se crearon leyes y cuerpos de seguridad para tratar de contrarrestarlo, pero nunca ha dejado de estar presente: La Mafia y la Camorra italianas, los Yakuza en Japón, la Tríada en China, la Cosa Nostra en Estados Unidos, la Mafia Rusa, la Mafia Irlandesa, los Mara Salvatrucha en El Salvador, los Cárteles en Colombia y México., etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcéte…
El sicariato es una institución que llegó para quedarse y su legado quedará plasmado para siempre en letras de sang… perdón, de oro.
Viene el refrán estilo Pegaso, cortesía de #YSQ: “¡Acción de ceñir afectivamente el cuerpo de otro individuo con nuestras extremidades superiores, jamás disparos con armas de fuego!” (¡Abrazos, no balazos!)

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