Caen los primeros; van por los demás apologistas

Caen los primeros; van por los demás apologistas

EDITORIAL

Por comprobarse que incurrieron en apología del delito, tras cantar corridos que alaban y ensalzan a figuras de la delincuencia organizada, además de proyectar en un concierto la imagen de un conocido líder criminal, el grupo musical “Los Alegres del Barranco fueron vinculados a proceso penal.

Porque una cosa es cantar corridos y otra, narcocorridos.

No se vale que argumenten violaciones al derecho de libre expresión, cuando esa libertad se ha convertido en libertinaje.

Los narcocorridos tienen un probado y evidente impacto en la sociedad al normalizar el delito e idealizar la vida criminal, como si fuera un buen ejemplo a seguir.

Hacer apología de delito, de acuerdo a la definición más aceptada, es la acción de exaltar, justificar o promover públicamente conductas delictivas o a quienes las cometen. Esto implica presentar un delito de manera favorable, incitando a la reproducción de actos ilícitos. En muchos países, hacer apología del delito puede tener consecuencias legales, como sanciones que van desde trabajo comunitario hasta penas más severas, dependiendo de la gravedad del delito promovido. Además, puede tener efectos sociales negativos, como la adopción de estilos de vida criminales. (Infobae).

El caso de Los Alegres del Barranco podría ser el primero de muchos casos de apología del delito.

A estas alturas se hace necesario terminar con toda esa locura y poner un límite al contenido de las canciones, incluyendo las que incluyen narrativas abiertamente misóginas.

Que el que las quiera escuchar lo haga en privado, más no favorecer los conciertos multitudinarios donde se venera y se rinde pleitesía a figuras de la delincuencia organizada, como si de un culto religioso se tratara.

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