Por Pegaso
¡Cuánto odio tener siempre la razón! No me gusta decir: “Se los dije”, pero se los dije. Frases muy trilladas pero que vienen al dedillo ahora con lo que está pasando en México y Estados Unidos.
Los mexicanos estamos entre la espada y la pared, en una encrucijada que va a definir nuestro futuro: Por un lado, una dictadura, por el otro, una tiranía.
No sé por qué se dice que las dictaduras son de izquierda y las tiranías de derecha, porque son la misma porquería. Las libertades son abolidas y solo el dictador o el tirano dicen lo que se tiene que hacer.
Este fin de semana ocurrió en Estados Unidos algo inédito. Más de 7 millones de personas tomaron las calles de las principales ciudades para manifestarse en contra de la tiranía. “No queremos un rey”, fue la consigna.
Un día antes, desde la Oficina Oval de la Casa Blanca, el tirano Trompas minimizaba el movimiento, compuesto en su mayoría por hispanos y gringos progresistas, pero al ver que las manifestaciones rebasaron toda expectativa, su reacción fue muy pueril: En sus redes sociales publicó un video creado por un programa de edición donde se le ve en un avión de combate, con una corona de rey, aventar mierda a la gente.
Un gesto que ya muchos califican como la prueba definitiva de que en ese país ya se instaló una tiranía.
No fue necesario un golpe de estado, no se necesitó derramar sangre para conseguir el poder absoluto, ni en Estados Unidos ni en México, pero ahí está el resultado.
Gobiernos con un poder omnímodo y una élite que no está dispuesta a soltarlo.
Imagínense en el 2027, cuando haya elecciones en nuestro país. La apocada, débil y dividida oposición se enfrentará a una maquinaria que tiene el control del órgano electoral, del Poder Legislativo, del Ejecutivo y del Judicial.
Aún si pierden, lo que es improbable, la Suprema Corte entrará al quite para decir que hubo fraude electoral e invalidar los resultados.
Si los candidatos de MORENA ganan, entonces validarán la elección.
Mientras, en el vecino país del norte, a El Trompas le quedan todavía 3 años de mandato, más 4 años de un segundo período, tiempo suficiente para hacer y deshacer en aquella nación y en gran parte del mundo.
En entregas anteriores mencionaba yo un escenario en Estados Unidos muy similar al que retrata la película La Purga (The Purge, por su título original en inglés. Estrenada en 2013. Director: James DeMonaco. Protagonistas: Ethan Hawke, Lena Headey, Adelaide Kane y Max Burkholder), donde la delincuencia ha rebasado con mucho la capacidad de respuesta de las autoridades.
Por ese motivo, se instaura La Purga, que consiste en que una noche al año todo mundo puede hacer lo que le da su regalada gana: Robar, violar, asesinar, degollar, quemar, etc. Todo está permitido durante esas 12 horas nocturnas. Por ese motivo se instala un toque de queda y ¡pobre del que ande en la calle, si no trae un rifle de alto poder, una ametralladora, una bomba o una sierra eléctrica!
Al amanecer del día siguiente, todo regresa a la normalidad, los padres de familia van al trabajo, las madres llevan a las bendiciones al colegio, los jóvenes practican deportes y el estilo de vida norteamericano se mantiene sin mayor problema.
Todo estaría bien y pensaríamos que se trata de una película de ficción, pero lo que está detrás es mucho más inquietante: Las víctimas de La Purga son latinos y negros. ¿Les parece familiar? Porque eso es lo que está haciendo el gobierno de los Estados Unidos: Una purga.
Vámonos con el refrán estilo Pegaso: “Tan nocivo como el tejido magro del mamífero de nombre científico Sus scrofa”. (Tan malo como la carne de cerdo).
