Por Jesús Rivera
Reynosa, Tamaulipas. Un caso insólito ocurrió recientemente en una escuela secundaria de México (no se identifica para no afectar a los protagonistas de la historia).
Un alumno de 13 años se le declaró a su maestra con flores, y una pancarta que decía: “¿Quieres ser mi novia?”
Lo hizo en el patio de la escuela, frente a decenas de sus compañeros, quienes lo animaban a declarársele a la bella profesora.
La mayoría de ellos, con celular en mano para grabar el suceso y subirlo a las redes sociales, estaban a la expectativa de la respuesta.
Y la respuesta fue un amable pero contundente ¡no!
La profesora, que le dobla la edad, agradeció el gesto con una sonrisa encantadora, que derritió aún más el corazón del imberbe chamaco.
Todo hubiera pasado sin pena ni gloria, como algo anecdótico pero no ocurrió así. La doble moral de la sociedad hizo su aparición en las redes sociales, condenando a la mujer por no aceptar los requiebros de su alumno.
Y a este lo calificaron en redes sociales como un “héroe” o un “crack”, por atreverse a confesarle su amor al objeto de sus juveniles deseos.
Algunos usuarios condenaron esas reacciones. ¿Qué hubiera pasado-se preguntan- si en lugar del jovencito que se le declaró a la maestra hubiese sido una jovencita declarándosele a un profesor mayor de edad? ¿No se estaría hablando de un delito?
La maestra, de la cual no se dice el nombre, actuó con madruez y discreción, sin lastimar los infantiles sentimientos, rechazando el regalo que su puberto pretendiente le ofrecía.
Entonces, ¿qué está mal en la sociedad? ¿Estas son nuestras nuevas generaciones?
