AL VUELO-Ternuritas

AL VUELO-Ternuritas

Por Pegaso

Estaba yo cubriendo una rueda de prensa relacionada con un concurso de belleza, en atención a una invitación que con toda anticipación se me hizo llegar y la cual agradezco sobremanera.
Terminó la exposición de la reina electa en un certamen internacional y siguió el segmento de preguntas y respuestas.
Como siempre sucede, los reporteros de sociales hacían puros cuestionamientos frívolos e intrascendentes, así que, dispuesto a aportar mi granito de arena en el mejoramiento integral de la sociedad y del mundo entero, me eché la dominguera: “¿Qué piensan ustedes, chicas jóvenes, de la doble moral que se maneja en la sociedad. Donde, por un lado, las mujeres han luchado por que se respeten sus derechos y han alcanzado importantes logros, pero por otro, disfrutan y gozan las canciones misóginas que las ponen como simples objetos sexuales?”
La respuesta de la reina de belleza fue algo ambiguo, pero en términos generales aseguró que no se debe decir una cosa y actuar de otra manera.
Haciendo un poco de memoria, todavía en la década de los 60s la mujer estaba obligada a un rol de madre y ama de casa.
Llegaron los setentas y empezó el despertar de lo que hoy conocemos como feminismo. Una lucha constante por lograr la igualdad de derechos. Desde entonces, la mujer ya no se conforma solo con una función reproductora y de sirvienta, sino que obtuvo algo que hasta entonces solo era privilegio de los varones: La educación profesional y la inclusión al mundo laboral.
Hoy tenemos una Presidenta de la República. Algo que nuestras madres y nuestras abuelas nunca soñaron que tendría nuestro país.
Pero ahí está Claudia Chiquitibum para demostrar que el mal llamado sexo débil puede lograr muchas cosas cuando se lo propone.
Pero volvamos al tema. Observamos en manifestaciones y en los medios de comunicación cómo las feministas lanzan el grito al cielo y se desgarran las vestiduras cuando alguien les quiere coartar sus derechos, y si algún varonal les lanza un piropo, por más inocente que sea, lo acusan de misógino, depravado y machista.
Por otro lado, las vemos bailar y brincar por miles o decenas de miles en los conciertos donde los ídolos del momento cantan canciones misóginas que las sexualizan y las ponen como trapo viejo.
A ver. Vamos a analizar un solo ejemplo, cortesía de Bad Bunny, por supuesto:
La noche se puso kinky,
tres dedos en el toto.
En el culo, el pinky
las moñas violeta, como Tinky-Winky.
Una nalgada y la dejo como Po,
¡Ey! le doy por donde hace pipí, por donde hace popó.
No se asusten. Eso dice la canción llamada “Baticano” del citado “artista”. Pero todas las chicas, fresas y no fresas van a los conciertos por parvadas, llenan estadios y centros de convenciones, brincan, bailan y cantan toda esa porquería.
Y al día siguiente las ternuritas van a luchar por sus derechos a alguna manifestación callejera.
Lo dicho: La doble moral de la sociedad.
Y termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “A la fémina, ni la totalidad del apego emocional ni la totalidad de la moneda corriente”. (A la mujer, ni todo el amor ni todo el dinero).

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